AUDIMA

domingo, 6 de marzo de 2022

Creando relaciones terapéuticas sanas con Mindfulness

 Presencia, sintonía, resonancia y confianza

Cuando se produce resonancia, nos ‘sentimos sentidos’ por el otro



El psiquiatra y experto en mindfulness Dan Siegel (Jun. 1957 -) explica que para que se dé una relación terapéutica sanadora han de confluir cuatro aspectos: 

presencia, sintonía, resonancia y confianza.


La presencia es este estado interno receptivo en el que estamos enraizados en nosotros mismos, abiertos a otros y participando plenamente en la vida, sin aferrarnos ni evitar nada.

Esta presencia nos lleva a la sintonía, que es la capacidad de abrirnos a tomar la esencia de la experiencia del otro con una apertura mental crucial para poder escuchar profundamente lo que el otro tiene para decirnos, sin dejarnos llevar por nuestras ideas preconcebidas.

De ahí surge la resonancia, el resultado fisiológico de la presencia y la sintonía, que supone el alineamiento por el cual nos influenciamos mutuamente y nos convertimos en un ‘todo funcional’, un ‘nosotros’, algo que tiene profundos efectos transformadores para ambos.

Cuando se produce resonancia, nos ‘sentimos sentidos’ por el otro. Esto nos remite a la sensación de interconexión de las primeras etapas de nuestra vida, activándose el sentirnos seguros, vistos y sostenidos. Esta necesidad de intimidad y conexión vulnerable persiste a lo largo de nuestra vida y cubrirla en la relación terapéutica es lo que más nos sana, pues es generalmente el vínculo con los demás lo que más ha sido dañado.

Por último, cuando sentimos esta resonancia con el otro: nos sentimos vistos, seguros y conectados, de manera natural emerge la apertura y la confianza, elementos imprescindibles para la estimulación cerebral, el crecimiento y el cambio.

Cuando nos abrimos a la vida y a todo lo que nos rodea de esta manera, la verdadera naturaleza de nuestro mundo interno de memoria, percepción, anhelo y deseo emerge a nuestra consciencia. Al enraizarnos en lo que verdaderamente hay, comienza el cambio profundo y duradero. Conocer nuestro propio diálogo interno aprisionador, afrontar las realidades abiertamente en lugar de intentar moverlas forzosamente hacia lo deseado pero imposible, así es como la verdad se vuelve nuestro amigo (de paciente y terapeuta)‘ (Dan Siegel).


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