Identifican la red cerebral que hace posible la imaginación y la creatividad
Publicado por Pilar Quijada el sep 17, 2013
La imaginación y la creatividad no se localizan en un lugar concreto del cerebro sino en una amplia red, que coincide con lo que expertos denominan el «área de trabajo del cerebro», según un estudio publicado en el último número de la revista “Proceedings”. Esta amplia red incluye, entre otras estructuras, la corteza prefrontal y los lóbulos parietales, dos zonas que estaban más desarrolladas en el cerebro de Einstein, según el estudio que se publicó en noviembre del año pasado en la revista Brain.
Si puede imaginarse, puede hacerse, sostenía el escritor Julio Verne, que fue capaz de anticiparse en varias décadas a la invención del submarino, con su obra “20.000 leguas de viaje submarino”, o en un siglo la llegada del hombre a la Luna. ¿Qué diferenciaba a Verne de su colega George Wells, autor de la “Guerra de los mundos” y “La máquina del tiempo”, cuyas ficciones no han logrado salir de las páginas de sus libros? ¿O por qué Estein fue capaz de imaginar con tanta precisión los conceptos tan escurridizos que plasmó en la teoría de la Relatividad, y que han necesitado un siglo para ser ratificados científicamente? Investigadores de la Universidad de Darmouth creen haber dado un paso más para descubrir qué estructuras cerebrales nos hacen a los seres humanos capaces de crear obras de arte, inventar herramientas o pensar de forma científica. Para averiguarlo, el equipo de Peter Ulric Tse se preguntó cómo el cerebro nos permite manipular imágenes mentales? Los resultados, que aparecen en el último número de “Proceedings”, implican áreas que, según un estudio del año pasado aparecido en la revista “Brain”, estaban más desarrolladas en el cerebro de Einstein, como el córtex prefrontal o los lóbulos parietales.
Para averiguarlo pidieron a quince participantes que reconstruyeran o descompusieran mentalmente una serie de figuras para formar otras totalmente nuevas. Con ello pretendían poner en juego una de nuestras capacidades más peculiares, la flexibilidad con que nuestra mente puede manipular imágenes mentales y modificarlas. Algo que ocurre, por ejemplo cuando intentamos imaginar, por ejemplo, un abejorro con cabeza de toro.
Mientras llevaban a cabo tareas como esas observaron su cerebro mediante resonancia magnética funcional y encontraron la actividad se extendía por la corteza cerebral (la superficie del cerebro) y también por otras zonas subcorticales. Estas zonas activas mientras se manipulaban imágenes mentales coinciden con una amplia red neuronal que los expertos denominan “área de trabajo” del cerebro, de la que no existían evidencias hasta ahora, y que teóricamente sería la responsable de nuestras experiencias conscientes y de las habilidades cognitivas propias de nuestra especie.
En concreto, este “área de trabajo” del cerebro nos permite manipular de forma consciente imágenes, símbolos, ideas y teorías con la concentración necesaria para resolver problemas complejos y generar ideas nuevas. Esta amplia red abarca cuatro zonas principales: las cortezas prefrontal dorsolateral -donde reside la memoria a corto plazo- y la parietal posterior -fundamental para ejecutar los movimientos planeados-. En conjunto estas dos estructuras actuarían como un sistema ejecutivo que recluta otras regiones del cerebro y guía el comportamiento.
Completan el “área de trabajo” la corteza occipital (en la parte posterior del cerebro), implicada en la visión y también importante para recrear experiencias visuales, y el precúneo posterior (situado internamente entre los dos hemisferios cerebrales), una de las regiones con mayor número de conexiones de la corteza cerebral, que conecta las tres áreas anteriores y actuaría como un nodo logístico que permite el procesamiento de la información de forma consciente.
También se encontró actividad en otras regiones, como el cerebelo -que además de controlar los movimientos, como clásicamente se pensaba, interviene también en la atención- o el tálamo –que podría jugar un papel importante en la consciencia-.
Según el estudio para mantener una imagen en mente se requiere la activación de toda esta amplia red en ambos hemisferios cerebrales, mientras que la manipulación de esas representaciones (construir o descomponer las imágenes) activa partes de la red de forma más dispersa, ligeramente concentradas en el hemisferio izquierdo y con la mayor actividad localizada en el precúneo posterior (entre los dos hemisferios cerebrales). Esta estructura fundamental para manipular las imágenes mentales, el precúneo, está más evolucionada en los humanos que en el resto de los primates y otros animales y es una de las que más tardan en madurar (mielinizarse) en el cerebro en desarrollo.
“Nuestros hallazgos nos ayudan a comprender mejor cómo la organización del cerebro nos hace diferentes de otras especies y nos permite ser tan creativos. Si comprendemos esas diferencias podremos saber de dónde procede la creatividad humana y posiblemente podamos recrear esos procesos creativos en las máquinas”, señala el autor principal del estudio,
Alex Schlegel.
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